El día nos deparaba muchas sorpresas, en la visita tuvimos como guía a Kazuko expresamente desde Tokio para nosotras, encantadora y una enamorada de Kioto, nos llevó al castillo de Nijo-jo, Patrimonio de la Humanidad desde 1994. Su construcción empezó en el 1601 y terminó el 1626. Su gran extensión hace que en su interior se encuentren diversos edificios.
Empezamos nuestro recorrido en la parte de las murallas, la zona defensiva del castillo estaba formada por círculos.
Entrada del castillo
Desde el exterior
Entramos al castillo
Foso
Detalle de la entrada
Después atravesando enormes jardines llegamos a la zona de los palacios. Desgraciadamente no se pueden hacer fotos en el interior de los palacios.
El primero que visitamos fue el de Ninomaru, para visitarlo hay que descalzarse, en él se alojaba el Shogun, en su decoración abunda el oro y los motivos naturales, las puertas corredizas y las paredes de todas las habitaciones están decoradas con pinturas de la escuela Kanō.
Todo en este lugar está pensado para demostrar a los visitantes del Shogun su grandeza y riqueza.
Pero sin olvidar la seguridad del gobernante, por eso este palacio cuenta con una muy ingeniosa forma de alarma, los famosos suelos de ruiseñor, como nos explicó Kazuko, el artesano que hacía los suelos de madera al montarlos creaba un ingenioso mecanismo con clavos estrategicamente colocados de forma que al pisar su roce producía un sonido similar al canto del ruiseñor( de ahí su nombre), durante el día era apenas perceptible por el ruido de las tareas cotidianas, pero en la noche al ser pisados los guardias escuchaban perfectamente su “trino”.
Estos suelos especiales están colocados en todo el corredor que rodea el palacio.
Pudimos comprobar en persona como suenan estos suelos, cuando visitas es palacio si pasas en silencio por esta zona lo escuchas perfectamente y en el silencio de la noche debían ser muy efectivos.
Exterior Ninomaru
Al salir nos encaminamos a otro de los palacios del recinto, el de Honmaru, se divide en 4 partes, habitaciones, cocina, zona usada para recepciones y entretenimiento y los corredores.
Este palacio está decorado con pinturas de artistas famosos como Kanō Eigaku.
Para finalizar la visita paseamos por los jardines del castillo, lleno de cerezos y árboles de Ume.
Jardin de piedra
Estanque
Jardín del castillo
Vista desde la muralla
Nuestros amigos nos llevaron después a otro lugar impresionante bel templo de Rokuon-ji, pero es tan famoso uno de sus pabellones que acaba siendo eclipsando su nombre formal, seguro que os suena más Kinkaku-ji, el pabellón dorado, más ampliamente conocido en occidente gracias a la obra de Yukio Mishima “El pabellón de oro” publicada en 1956.
Este templo fue construido en 1397, es su origen para servir de lugar de descanso del Shogun Ashikaga Yoshimitsu, después su hijo lo trasformó en templo zen.
Es Patrimonio de la Humanidad desde 1994.
Es un placer pasear por sus jardines, contemplar el reflejo de este magnífico edificio en las tranquilas aguas de su estanque.
Jardines del templo
Otro detalle de los jardines
Campanario
Kinkaku-ji
Imagen de serenidad
Otro ángulo
Altar
Otro rincón del templo
A salir almorzamos en una sushi-ya, restaurante especializado en sushi y nos marcamos al hotel a cambiarnos de ropa, no hubo tiempo para el descanso, otra nueva amiga Miyako, profesora de flamenco en Tokio, nos quiso hacer un regalo muy, muy especial, sin tiempo para nada más nos marchamos al barrio antiguo de Kioto( el distrito de Gion) a vivir la experiencia única de convertirte en una maiko.
Mañana nos sorprenderá esta experiencia.
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